FERRAN MARTÍNEZ – 17/02/2005
No hay nada comparable a la Copa del Rey. Siempre lo he considerado el mejor torneo de baloncesto, por su espectacular formato de final a ocho y las ganas de competir de los mejores equipos y talentos de la Liga. Es, además, el mayor escaparate de jugadores que se pueda ver en Europa, donde el factor sorpresa y la dureza de la competición, con tres partidos en cinco días, lo hace el examen más importante y primer gran título de la temporada.
Mi primera Copa del Rey (Valladolid) fue muy especial. Será recordada por el triple de Solozábal en el último segundo contra el Real Madrid que nos dio el triunfo. Y es que siempre queda una imagen grabada en nuestra memoria de cada edición, como la Copa de Creus con el TDK Manresa (Murcia, 1996), con su triple en el último segundo que les dio el título, la Copa de Gasol (Málaga, 2001), que supuso su gran explosión como estrella del baloncesto, o la irrupción de Rudy el año pasado. Si para los equipos hacerse con el título puede hacer variar la dinámica de la temporada, para los jugadores destacar en la Copa supone un punto de inflexión en su carrera deportiva, y suele ser una referencia para al futuro, por lo que no es de extrañar la gran expectación que genera, siendo fácil encontrarte en la grada con numerosos ojeadores de la NBA, entrenadores y míticos ex jugadores que actualmente dirigen clubs europeos y no quieren perderse esta cita. Uno de los grandes interrogantes, además del campeón, es saber quién será el MVP.
El secreto del éxito está en el sistema de competición, con los ocho mejores de la Liga compitiendo al límite sin margen de error y la incer-tidumbre de saber quién ganará, no habiendo repetido el título ningún equipo desde 1988. Por eso, los entrenadores huyen de ser considerados favoritos para rebajar la presión sobre su equipo, pese a que como jugador entrar en el pronóstico de ganador siempre supone un aliciente y motivación extra. La atención de los medios de comunicación, el enorme despliegue organizativo y la convivencia entre periodistas, jugadores y seguidores en hoteles y villages hacen que todos nos sintamos parte del espectáculo.