En el fútbol, igual que en la economía, todo son ciclos, y cada vez más cortos (como en la vida real), y el ciclo del Real Madrid ha tocado fondo con la destitución de Berd Shuster. En una época de gran volatilidad de los mercados financieros, con continuos altibajos, los dos grandes rivales, Real Madrid y Fútbol Club Barcelona viven momentos muy distintos, pese a que el pasado verano la tendencia era opuesta. Se hablaba de crisis social en Can Barça con la moción de censura, y se ceñían negros nubarrones sobre el Nou Camp, pero miren ahora. La pelotita entra y todo cambia. El Real Madrid no genera confianza en sus socios al carecer de una línea coherente en su política deportiva pese a ganar dos ligas seguidas. Shuster, que es un tipo muy listo y merece todos mis respetos, ha sido jugador y sabía perfectamente que la situación era insostenible. Sus declaraciones afirmando que ganar en el Nou Camp era poco menos que imposible eran una invitación a ser destituido. Y digo que es muy listo porqué aquí nadie dimite (repito, igual que en la vida real), con lo que se le pagará todo su contrato, si no se llega a un acuerdo consensuado por ambas partes. Además no me parece una decisión muy acertada desde el punto de vista estratégico a pocos días del gran derbi F.C. Barcelona-Real Madrid, ya que las opciones de que ganara el equipo visitante se basaban justamente en salir como grandes víctimas, tocados y con la moral por los suelos. Esto les hacía más peligrosos, como se ha demostrado muchas veces. Si el Real Madrid de Shuster perdía en Barcelona, se le destituía desviando toda la atención sobre Él. Ahora se le ha quemado, sabiendo que Juande Ramos pocas cosas podrá cambiar, únicamente tendrá el efecto revulsivo, aunque más pensando en la Champions League que en la liga.
Muchas veces hemos estado comparando a los grandes clubes deportivos con las empresas multinacionales. Y no tiene nada que ver en cuanto a su filosofía (los clubes “venden” emociones y resultados), aunque deben gestionarse de manera parecida. Están expuestos continuamente a la opinión pública y son, entre otros, generadores de negocio para la prensa deportiva y el sector audiovisual. Bajo este punto de vista las crisis venden mucho más que la calma. En cuanto a los entrenadores, buscamos similitudes en los perfiles de “líder” deportivo y “líder” empresarial, y pasamos de venerar el método “Reijard” y su famosa “autogestión” a demonizarlo unos años después, ¿y saben por qué? Por los resultados, los mismos que ahora elevan a los altares a Pep Guardiola. El máximo responsable deportivo de un equipo, el entrenador, debe ser capaz de gestionar de manera óptima los recursos que dispone, y Shuster tenía lo que tenía. No era especialmente simpático con los medios y esto también jugaba en su contra, aunque tampoco le importaba demasiado. Los entrenadores saben que esta es su vida y que la línea entre el éxito y el fracaso es muy delgada.