Diario “Expansión”: Violencia en el derbi

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Ha pasado casi una semana del Espanyol-Barça, y aún colean los graves incidentes que afortunadamente no tuvieron consecuencias irreparables. Todos estamos de acuerdo en que a la hora de exigir responsabilidades, no deberíamos perder de vista que los culpables son los que lanzaron las bengalas al campo, ahora que se está hablando de la pasividad en la actuación de la seguridad privada del RCD Espanyol dentro del recinto o de los Mossos fuera. Incluso se ha hablado de la responsabilidad de los jugadores cuando festejaron el gol que dio la victoria al F. C. Barcelona, lo cual es casi surrealista, ya que solo eran conscientes de que allí estaba el grueso de su afición (son siempre los primeros en condenar estos comportamientos). Al final lo único que acaba pasando es que las familias con niños y gente que quiere disfrutar de un acontecimiento deportivo de primer nivel tienen miedo de ir al campo, quedando seriamente dañada la imagen de todos. Yo estuve durante un año en la comisión antiviolencia de espectáculos deportivos de la Generalitat de Catalunya, creada hace unos cinco años, donde formábamos parte representantes de la policía autonómica, bomberos, guardia urbana, la secretaría de deportes, representantes de los clubes, del arbitraje etcétera. Actualmente desconozco si aún existe, pero en aquellos momentos tratamos el tema de las pintadas de los “Boixos nois” en casa del presidente Joan Laporta, entre otros. Pero no solo de esto, sino también de los comportamientos lamentables de muchos padres en los campos de fútbol, baloncesto o hándbol los sábados y domingos, al ir a ver a jugar a sus hijos a partir de los nueve años. La verdad es que no me extraña que pase lo que pasa cuando ya observas insultos a los niños rivales, peleas entre padres de los dos equipos etcétera. Digo todo esto porque a veces da la sensación de que en lugar de avanzar, retrocedemos, apreciándose una radicalización del comportamiento de nuestra sociedad en todos los ámbitos, que nos debería hacer reflexionar seriamente. Lamentablemente solemos reaccionar cuando el mal ya está hecho. Cuando jugaba en el Panathinaikos de Atenas, los derbis contra el Olimpiakos eran terribles. Mientras jugabas observabas lanzamientos de bengalas de una grada a otra, además de caerte una lluvia de monedas, mecheros y todo tipo de objetos (una vez nos lanzaron un teléfono móvil de los de hace diez años). En uno de estos partidos hubo una persona gravemente herida y la liga profesional acordó no volver a mezclar aficiones como norma excepcional. O sea, que cuando jugabas en casa estabas solo con tu afición y fuera todos eran del equipo contrario. Cuando venía a España en verano y lo explicaba parecía casi ciencia ficción (a mi me abrieron la ceja tres veces de un “monedazo” en cuatro temporadas), pero lo triste es que te acababas acostumbrando. Espero que lo ocurrido el sábado pasado sea una excepción y se actúe con dureza sobre los responsables, para volver a disfrutar del deporte con nuestras familias en los estadios con toda tranquilidad como siempre.

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