Estos días he tenido la oportunidad de hablar con algunos miembros de la NBA durante la celebración del prestigioso campeonato internacional júnior de baloncesto que se ha celebrado en L´Hospitalet y que es el centro de atención mundial de la categoría. Los “scouts” (ojeadores) de algunas franquicias estaban observando a los mejores talentos europeos para tenerlos controlados. Comentaban que la mejor liga de baloncesto del mundo también está notando la falta de liquidez y la incertidumbre de aficionados y patrocinadores, y que habían despedido a 80 trabajadores de sus oficinas de Nueva York. Pese a tener una solidez estructural encomiable, la NBA no es ajena a la crisis, y está viendo como la asistencia a los partidos de algunas franquicias míticas está disminuyendo de manera considerable debido a la pérdida de poder adquisitivo de los aficionados, aunque a diferencia de otros negocios, no están haciendo recortes en los presupuestos de marketing ni de comunicación internacional. Tienen una idea clara de cuál debe ser su modelo de negocio, enfocados a la venta de sus derechos televisivos, publicidad y “merchadicing” fuera de EE.UU, algo que no ha conseguido el beisbol o la NFL. Adam Silver, director de operaciones de la NBA, afirmó hace unas semanas que estudian seriamente la posibilidad de crear franquicias en Europa a medio plazo y están abiertos a introducir publicidad en sus camisetas en un futuro. Todo esto demuestra que están actuando proactivamente penetrando cada vez más en mercados como China, y lo harán también en la India, donde la nueva clase media emergente ya invierte en “entertainment”. David Stern (el cerebro de la actual NBA), ha sabido vender su producto fuera de sus fronteras gracias a la explotación de la imagen de los jugadores y a las campañas benéficas mundiales con los colectivos más necesitados en países emergentes, donde han enfocado sus objetivos de crecimiento, como en África o Asia (los Grizzlies de Memphis, por ejemplo, han fichado a un jugador Iraní, toda una operación de diplomacia internacional). Los “cracks” extranjeros como los Gasol, Calderón, Nowitzky o Ming, entre muchos otros, son los mejores embajadores de la competición y una gran fuente de ingresos publicitarios para la propia organización. Otro de los aciertos de la NBA es la preocupación que tiene la liga con sus afiliados cuando se retiran, Y que disfrutan de una pensión vitalicia por las aportaciones y la previsión de la liga teniendo sus propios productos financieros destinados a su elitista colectivo. Muchos viven ahora de estas pensiones y de sus ahorros. Existe la asociación de ex jugadores de la NBA (NBRPA) que entre otras cosas, asesora en las inversiones de los que tuvieron contratos millonarios y que ahora no tienen los conocimientos suficientes para gestionar su patrimonio. Hollis Copeland (ex New York Knicks), es actualmente uno de los brókers de Wall Street que se ocupa de ello. Seguro que los mecanismos reguladores de la NBA y el modelo deportivo profesional americano basado en franquicias, muy distinto al del europeo, permitirán salir airosos de la crisis.